Ha asignado tres millones de dólares a la Universidad de Princeton para que desarrolle diminutas hojas de grafeno que, añadidas al combustible empleado en los motores de los aviones supersónicos, consigan una optimización en su funcionamiento y una reducción en el consumo y la contaminación ambiental.
Entre los principales objetivos del equipo dirigido por los ingenieros de Princeton destacan la comprensión cabal del proceso de ignición de los combustibles con ayuda de nanopartículas, y la certeza sobre el tipo de partículas que funcionarían mejor para la construcción de los motores del futuro. Al entender más acabadamente el proceso, se incrementarán las posibilidades de obtener una mayor eficacia en el combustible y los motores.
De tan sólo un átomo de grosor, el grafeno garantiza una increíble versatilidad, que se ve agudizada a través de la configuración en hojas extremadamente finas. De acuerdo a quienes postulan al grafeno como el futuro reemplazante del silicio en el área informática, el mismo logra combinar las características más avanzadas de los nanotubos de carbono y la electrónica molecular. El resultado son hojas moleculares de carbono con inusuales propiedades físicas y eléctricas. Para facilitar estos desarrollos se requerirá del trabajo de un equipo multidisciplinario, dada la complejidad que supone el manejo de las nanopartículas. De conseguirse los resultados esperados, la industria aeronáutica cambiaría en los próximos años.
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