miércoles, 15 de junio de 2011

JORGE LUIS BORGES

Simplemente Jorge Francisco Isidoro Luis Borges
Por Enrique Luis Liccardi Sañudo
“….en un ángulo del sótano estaba el Aleph, uno de los puntos del espacio que contiene a todos los puntos. Su diámetro sería de 2 ó 3 cm, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. El lugar donde están, -sin confundirse- todos los lugares del orbe”.

La conjunción de un espejo y de una enciclopedia le permitieron a Borges descubrir Uqbar, más adelante en una conversación con Herbert Ashe pudo completar la historia de Tlön y Orbis Tertius. La infatigable originalidad de Borges en sus escritos lo hace admirador de los críticos y de sus críticas. Medido y filoso, el estilo borgiano describe con rapidez, tanto la nota humorística como el suspenso matemático, nos lleva de su mano a recorrer El jardín de los senderos que se bifurcan y sin hablar caminamos por La Biblioteca de Babel, recordando a Funes el memorioso.
Pero, el suburbio porteño ha dado lugar a la leyenda y al mito, luego a la poesía, a un teatro y a una música, a lo bueno, lo malo y lo muy malo. Borges consagró al arrabal de Buenos Aires con la figura de Evaristo Carriego en una notable labor de iluminación.
No pocas veces irónico, el escritor a secas, sutil, erudito y hasta el ensayista entrega el cuerpo entero del artista –poeta en prosa y en verso— en un libro personal que abunda en interpolaciones como El Hacedor.
Recuerdo aún cuando aquel domingo por la mañana llegué a la librería de la calle Florida donde JLB estaba firmando unos libros y con mi timidez de joven le acerqué el mío en unos versos que iniciaban con el título YO, luego de firmarlo pensé que la vida había sido irónica con él, ya que un hombre que vivía rodeado de libros había quedado ciego. Aunque esto le permitió crear un refugio en su memoria, de esa forma pudo construir un mundo más virtual que real y allí retener todas las letras de sus escritos y toda la literatura de sus vidas.






Toda persona notable tiene el raro privilegio de dejar un legado a aquel en quien influye. Y alguien como Jorge Luis Borges, que ha sido a través de su obra y de lo conocido de él, analizado, escudriñado, desmenuzado, interpretado y reinterpretado hasta la última fibra de su ser, sea ya, a estas alturas, un personaje épico en la literatura argentina. Baluarte de un tiempo que ya se fue, ha dejado, casi al final de su vida, el testamento que ha revolucionado muchas mentes y disposiciones. Pero su legado vigente es su propia obra y su visión de una realidad, la suya, que bien merece la pena ser atendida.
Un hombre, que recibiendo respeto y honores a todas partes donde fuera, mantenía la humildad de los grandes. La insistencia con que este argentino ha recreado el mundo del conocimiento atrapando a los lectores y dando vida propia al saber.
Hoy a 25 años de su muerte, -14 de junio de 1986-, son algunas de las cualidades con que quiero recordarlo.

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